Mis novelas editadas

sábado, 3 de julio de 2010

Nada nos salva de la quema

Bien, en esta ocasión intentaré acercarme a ustedes sin hacer referencia directa o indirecta a la palabra "oreja", de la cuál abusé ayer. Sí, sé que hay más términos en el diccionario, doy fe mirando el tomo que adorna mi estantería.
Está muy mal visto ser buena persona. Les aviso. Y de nada sirve que hagan o deshagan al respecto. Supongo que al fin y al cabo, ser buena persona es un "exceso" de ser persona, y como todo exceso que se precie, es susceptible de ser recriminado por el transeúnte de turno que se para y dice en primer lugar: "ummm, no se puede ser tan buena persona, debe haber algo más". Así que en primer lugar vemos que, la buena persona, como mínimo, es un individuo sospechoso. En segundo lugar el transeúnte concluye (para juzgar, y digo en segundo lugar porque el juicio no es el término de la observación, el final de la maniobra): "uf, no es buena persona, es imbécil si deja que se aprovechen así de él (o de ella)". Un buen día el transeúnte se levanta y dice: "puf, mal negociante, hizo todo por los demás, no recibió nada a cambio, así le ha ido".
La mentalidad mercantilista nos asedia, nos acosa, nos obliga y, en último término, nos acaba cambiando. Hay un momento clave en que se debe elegir a uno mismo o a los demás. Requiere de un esfuerzo incalculable llegar a distinguir si lo que queremos es lo que queremos o es lo que quieren los otros. Mantener una imagen de mercader saludable cuesta, así también llegamos a hacer concesiones, y acabamos vendiendo el alma o comprando nuestra propia libertad de acción. Es difícil caminar sin mirar atrás escuchando el estruendo del camino que no se ha de volver a recorrer porque se va derrumbando tras nuestros pasos. La vida otorga pocas oportunidades de corrección. Como decía uno de mis personajes en una de mis novelas que no se han leído: si equivocas el camino vas a dar a ninguna parte.
Por eso hoy les vengo a decir (y tan sólo habiendo escrito dos veces con esta la palabra "oreja") que nada nos salvará de la quema. Si somos malos porque somos malos, si somos buenos porque somos buenos. El vulgo quiere carne a la parrilla, y acabará quemando sus propias naves con tal de que el fuego no se extinga.

Gracias por su tiempo.

P.D.: A veces se da porque no se tiene nada que perder.

4 comentarios:

  1. Bueno, creo que esta conversación la hemos tenido hace poco, y ya sabes qué opino al respecto. Que por muy tibetanos y muy buenagente y muy desprendidos que seamos siempre nos gusta (a algunos) recibir un mínimo de gratitud por nuestras buenas acciones.

    Y además, como bien dices, por donde te tires te estrellas, que luego se nos recordará con la frase de "de bueno que era, era tonto" o con aquella otra de "Dios lo haya perdonado". Pero a mi ya ves tú, que a burro muerto la cebá al rabo.

    Saludos

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  2. No pasa nada, porque como ha ganado España..., como decía mi padre, ya mañana no hay que trabajar. Y todo el mundo feliz, con faltas o con sobras.

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  3. me lo has quitado de la boca, llevo todo el día recordando esa frase

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