Mis novelas editadas

miércoles, 2 de junio de 2010

Culpable VIII

Felipe guardó silencio a la espera de que el hombre siguiera con la explicación, no quería interrumpirle ya que al fin se había decidido a hablar.

- El chico perdió los brazos al tocar una mina “antipersona” que estaba a la vista. Antipersona, qué nombre más curioso. Ustedes, los de occidente, las desarrollaron y fabricaron para defenderse de personas como ese chico sin brazos.

- No es así.

- ¿No? ¿Cómo ha llegado entonces a no tener brazos?

- Las cosas no son…

El hombre de gris oscuro se puso el dedo en la boca, haciéndole callar delicadamente.

- Le decía que la guerra la ha provocado el dinero. Aunque no ha sido la guerra lo único que el sagrado metal ha engendrado. Vayamos por aquí.

Pareció tomar un atajo entre el enjambre de gente, pero la verdad, todo aquel espacio era igual, gente y más gente, ociosa, porque nada había por hacer, salvo consumirse en silencio, esperar ayuda, aguardar la muerte o la salvación.

El hombre de gris oscuro se detuvo una vez más, era una parada imprevista, a juzgar por la forma en que lo hizo.

- Esta mujer ha perdido a dos niños, uno de cinco años y otro de ocho. Los ha perdido en la mina. Son los niños quienes trabajan en ellas, porque así no hay que hacer túneles grandes, que requieren de infraestructura y gasto “innecesario”, ya sabe… reducción de riqueza para occidente. Un túnel pequeñito… se sostiene por sí solo, en el mejor de los casos, claro. Los hijos de esta mujer entraron una mañana, y ya no volvieron a salir. También es consecuencia de sus actuaciones, por tanto… está acusado de sus muertes.

Esta vez Felipe no dijo nada, porque de nada servía lo que pudiera decir. El nudo en el estómago era todo cuanto tenía por respuesta. Siguió caminando en silencio detrás del hombre de gris oscuro. Llegaron a una enorme carpa con una cruz roja pintada fuera. El hombre de gris oscuro se paró con un médico y le habló en inglés.

- Dice que hay una epidemia de faringitis, desde hace unas dos semanas. Lleva cinco días sin antibióticos y ya se le han muerto bastantes pacientes, ancianos y niños principalmente. Son los más débiles… ya se sabe. Dice que fabricar una dosis de antibiótico cuesta unos diez céntimos, pero que no hay fondos para este campamento ahora mismo. ¿Qué fue lo último que compró usted con diez céntimos, señor Román?

2 comentarios:

  1. Y llegados a este punto me pregunto qué parte del cubo de basura me corresponde a mi... Que estas cosas, en occidente, las vemos por la tele sentados en la poltrona del sesteo mientras nos tomamos una cervecita con pistachos.

    Saludos

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  2. Tranquilo, que seguro que hay para todos.

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