Mis novelas editadas

lunes, 7 de junio de 2010

Culpable XI

El hombre de gris oscuro rompió a reír, de manera grotesca, sin preocuparle la disonancia que eso provocaba en aquel lugar, en que todos lloraban, si de expresar emociones se trataba.

- Ha batido el record de paciencia. Los otros acusados ya habían esgrimido esa excusa antes de salir de la carpa de Cruz Roja.

- ¿Otros? ¿Trae a todos aquí?

- Aquí, allí… qué más da. Todos los campos de refugiados son el mismo, y todos los muertos, y las guerras y los enfermos… y los sanos… siempre son los mismos. Usted, a quien tan larga vida le espera, ¿tendrá tiempo para reflexionar sobre la realidad? Porque esto, también es la realidad.

Felipe se frotó las manos, nervioso. La situación parecía haber llegado a un callejón sin salida, no veía cómo podría acabar eso, ni qué le esperaba ahora. Quién le juzgaría, o le condenaría. Aunque todo aquello resultara una locura, no había duda de que estaba en manos de esa gente. Le habían sacado de su casa en plena noche, y le habían llevado a un lugar que desconocía por completo, entre gente que ni siquiera parecía verle. Agitó la cabeza de un lado a otro a ritmo de “no sé, no sé, no sé”.

Despertó. Al abrir los ojos, estaba en su cama. Instantáneamente reconoció la sensación de que todo había sido una pesadilla. El hombre de gris oscuro, el hombre sin piernas, el chico sin brazos, el agua podrida…

Miró el reloj de la mesita, eran las seis de mañana. A pesar de la hora cogió el móvil y marcó un número.

- Hola, cariño… , no, no pasa nada. He tenido una pesadilla y quería oír tu voz, es todo. Luego te hago una videollamada. Tengo un regalo para ti… sí… ya sabes… ese anillo con diamantitos del que te enamoraste… Hasta mañana.

Por la mañana, cuando se levantó, cuando estuvo frente a su ordenador, antes de la videollamada, miró su cuenta bancaria y ordenó una transferencia a una ong, por bastante más que los cafés de un mes, tal vez así consiguiera no tener más pesadillas.

Fin.

Gracias por su tiempo

3 comentarios:

  1. Leeeche! justo en el párrfo anterior me he dado cuenta de que era una pesadilla. Lo malo es que no es una pesadilla, es una realidad. Y como tenemos la conciencia tan ligera de cascos..., pues eso.

    ResponderEliminar
  2. Por cierto, muy bueno, siempre valoro la imaginación.

    ResponderEliminar
  3. Espero que no murieran demasiados niños en las minas de diamantes de Sudáfrica para adornar el anillo ese. Espero que la conciencia de este tipo se haya aligerado un poco con el dinero ese que ingresó en la cuenta de la ONG. Tambien espero que los alimentos que se compraron con ese dinero no fueran interceptados por el señor de la guerra de turno para alimentar a sus milicias para que tuvieran fuerzas para seguir degollando inocenentes. Espero que a este tipo no se le olvide muy pronto su sueño. Espero, en fin, muchas cosas.

    Lamentablemente sé a ciencia cierta que ninguna de mis esperanzas va a complirse.

    Saludos

    ResponderEliminar