Mis novelas editadas

jueves, 8 de julio de 2010

Arriba España

No consigo, y ustedes sabrán perdonar mi inconsciencia, contagiarme del entusiasmo pasajero que embarga desde ayer a la ciudadanía. Antes de que me maljuzguen les hablaré de mi incapacidad para dejarme llevar por la emoción colectiva: fútbol, conciertos, bodas-comuniones-bautizos... y demás eventos que obligan por costumbre y educación a olvidar el mal propio invitando a sonrisas al homenajeado.
Tengo un amigo a quien respeto mucho (no se me ofendan los demás, cada uno lleva su parte). Mi respeto viene de su capacidad de análisis de la realidad. Podría confundirse con falta de ilusión, podría confundirse con falta de emoción, o pasión, o felicidad, o mil cosas cuyos vanos nombres usamos a diario muy alegremente. El otro día me decía que nos conformáramos con no ser infelices, porque aunque la felicidad no se llega a palpar más de un periodo de tiempo que siempre sabe a poco, la infelicidad es absolutamente palpable en cada uno de sus segundos. Mucha gente no llegará nunca a ser feliz, en cambio prácticamente todo el mundo saboreará la infelicidad, y posiblemente la viva prolongada en el tiempo.
Ahí entran las emociones superfluas mencionadas. Agarren una bandera y bésenla. Sean felices esos insstantes fugaces en que consiguieron ponerse en el lugar del jugador que marcó ayer el gol... o en la piel de alguien que haya sido capaz de ello.
Bébanse su dosis de felicidad y vuelvan luego a su vida cotidiana. Sumen emociones aisladas si quieren sentirse felices. Y no me lleven a la pira aún, que tengo más cosas incómodas que decir.

Gracias por su tiempo.

4 comentarios:

  1. ... y precisamente por ser consciente de que la vida me va a deparar muchos más carabonazos que alegrías, tengo ya la Mahou 5 estrellas enfriando en el frigo y las Lays receta campesina junto a la bolsa de kilo y medio de pistachos. Las alegrías pienso disfrutarlas con toda la intensidad que pueda, que los sinsabores ya disfrutarán de mi.

    Espero que la cosa vaya como deseo y el Domingo la nuit pueda sumergirme en una marea de alegría que por momentanea y efímera que sea, me rescate un ratillo del resto.

    Saludos

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  2. La entrada me parece que carece de la más mínima profundidad e intensidad, si me lo permite. No se dice nada original y encima, lo que dice, tampoco es que lo argumente demasiado. En cualquier caso, me parece mucho más interesante lo que dice el primer comentarista, el señor Kanibal. "Las alegrías pienso disfrutarlas con toda la intensidad que pueda, que los sinsabores ya disfrutarán de mi". Sí señor. ¿Sabe usted, señora Carmen, cuál es la diferencia entre pose y autenticidad? Lea usted su post, y luego lea el primer comentario, y lo sabrá. Y sabrá también qué es lo que diferencia a los escritores buenos de los mediocres.

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  3. Pues yo tampoco consigo contagiarme de esa euforia. Es una pena, pero ha ocurrido los últimos 2000 y pico años, al pueblo se le maneja fácil: "pan y circo", que de las felicidades "materiales" ya disfrutarán otros, que son más listos y manejan los hilos..., y el dinero.

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  4. Por cierto, señor Beausoleil, es usted de un mal gusto y de una más poca educación que se puede cortar a cuchillo. Creo que para criticar a alguien por algo, lo menos es que hay que hacerlo mejor que aquel a quien se critica, y eso usted aquí no lo ha demostrado. Estoy un poco cansado de iluminados que se creen saber más que nadie de todo, qué infeliz! A eso yo lo llamo tapar complejos de inferioridad.

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